ORÍGENES // JOSÉ MARÍA BERMÚDEZ DE CASTRO
En las últimas semanas he tenido ocasión de conocer más de cerca los ideales y objetivos de personas que defienden un hermoso proyecto en favor de los pocos homínidos que nos quedan vivos en el planeta. El 25 de junio del 2008 se aprobó por parte de la Comisión del Medio Ambiente del Congreso la proposición no de ley en defensa de los grandes simios y en apoyo del Proyecto Gran Simio. Sin embargo, esa propuesta parece seguir por ahora en el limbo de los proyectos olvidados. Puedo entender que en el momento actual interesen otras cuestiones de no poca envergadura, ante la situación económica que atravesamos. Pero no es una excusa aceptable.
Si se me permite la frivolidad, no deja de resultar curioso e interesante que una especie del grupo de los grandes simios antropoideos estemos preocupados por legislar sobre otras especies muy próximas en nuestra genealogía. Quizá hasta nos da un poco de vergüenza que se nos tome a chirigota. ¿No es así? Al fin y al cabo no pocos siguen en la idea de nuestra gran superioridad sobre todas las demás especies, a las que podemos manipular, maltratar o aniquilar a nuestro antojo. Pero no por ello se deben dar las batallas por perdidas.
El conocimiento de nosotros mismos, de nuestros orígenes y de nuestra evolución como especie biológica pasa necesariamente por la información que nos ofrecen otros homínidos vivos. Ellos son una referencia y un modelo imprescindible en todos los estudios que se realizan sobre el ser humano. Solo por este hecho deberíamos proteger su hábitat natural y respetar su libertad. Las diferencias genéticas que nos separan de los homínidos actuales son mínimas. Esa diferencia apenas llega al 1% en el caso de los chimpancés y sólo al 2% con respecto a los gorilas. Compartimos con ellos y otros homínidos una larga historia evolutiva de varios millones de años. ¿Por qué hacer desaparecer sin escrúpulos a las especies que nos quedan de nuestra propia familia evolutiva? ¿Qué podemos ganar con ello y cuánto podemos perder si ellas desaparecen?
Claro que la historia de Homo sapiens está plagada de genocidios. La paleontología y la genética están de acuerdo en situar el origen de nuestra especie en África, hace unos 200.000 años. Para llegar a ocupar todo el planeta tuvimos que liquidar a otras especies próximas, incluidos los neandertales. Se trataba de competir con otras especies que compartían con Homo sapiens un nicho ecológico similar y tuvimos que eliminarlas. Pero este no es el caso de los simios antropoideos. Su extinción sería solo el capricho de una especie, a la que todavía le queda mucho para ostentar el título de sapiens que nos pusimos a nosotros mismos.
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domingo, 21 de febrero de 2010
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